Estaba yo a la espera para que el lentísimo conductor sacara el coche del deseado sitio cuando de pronto, un coche que venía por detrás puso el intermitente. Me mordí los labio y me dije: "ni de coña, chaval". Cuatro intermitentes, porque no podía lanzar unas bengalas y llamar al ejército, era mi sitio, sólo mío. Marcha atrás, rápido, ya casi estás, vamos, es lo que deseas, es tuyo yyyyyy aparqué, claro que aparqué, mientras eché una mirada desafiante al listillo que intentaba robarme lo mío. Le mantuve la mirada, el también lo hizo, como una hiena que no quiere compartir su carroña. Lo siento, guapito, te he ganado.
Bajé del coche con el pecho hinchado, lo había conseguido, mi triunfo, cuando a lo lejos volví a ver esos ojos de colocado gorrilla. Me giré, le mantuve la mirada, quería fundirlo. Algo debió ver en mis ojos, porque cuando estaba a punto de llegar a mi coche, dió un giro de 180 grados y se perdió entre la lluvia. Había ganado, ahora que no me raye el coche. Buena noche.
Bajé del coche con el pecho hinchado, lo había conseguido, mi triunfo, cuando a lo lejos volví a ver esos ojos de colocado gorrilla. Me giré, le mantuve la mirada, quería fundirlo. Algo debió ver en mis ojos, porque cuando estaba a punto de llegar a mi coche, dió un giro de 180 grados y se perdió entre la lluvia. Había ganado, ahora que no me raye el coche. Buena noche.
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