lunes, 18 de septiembre de 2017

EL SOFÁ VERDE

Tengo una casa llena de vida, no sólo por los que habitamos en ella, sino porque en cada rincón hay historias llenas de risas, alegrías, lágrimas, pensamientos y reflexiones. La cocina suele ser el primer sitio que visitan mis hijos al llegar del colegio. Entran compitiendo por saber quién acertará con el menú del día, y a veces incluso dicen frases mágicas como "hoy huele a navidad", " me gusta como huele desde las escaleras". Desayuno en ella todos los días, mis tostadas y mi café solo, mirando por la ventana, a veces amaneceres naranjas, otros, con la luz ya tendida.Me gusta tomarme mi tiempo, planeo el día, leo la prensa, escucho la radio, imagino ilusiones...
La terraza, mi zona de guerra psicológica, donde voy cuando quiero salir de la vida por un momento,donde apago el botón de la conexión constante, donde olvido lo que no necesito... Me gustan mis plantas, cuidarlas, acariciarlas, darles agua, los silencios que me regalan...
El dormitorio ultimamente" no lo quiero mucho". Me he tenido que quedar en esa cama por enfermedad, es el sitio donde "atacan los pensamientos" que me roban el sueño, es la alfombra áspera en la que me deslizo, donde mis articulaciones se inflaman, duelen, donde mis manos no pueden ya acariciar...
Pero si hay una zona, un sitio apreciado en mi casa, es el sofá verde. Ayer les dije a mis hijos: "voy a cambiar el sofá y comprar uno más grande". Los dos al mismo tiempo dijeron: "de eso nada, ¿tú sabes la cantidad de historias que tiene ese sofá?. Ahí he pasado mis dolores de barriga, Gabri ha pasado su enfermedad, tú te has curado de tu pulmón, estaba ahí cuando el abuelo vivía, cuántas navidades y papa noeles han pasado conmigo, es el sitio dónde debe estar las mantas mágicas del invierno, es dónde me siento contigo cuando tengo miedo, ahí se curó mi rodilla, tú duermes en él cuando estás cansada, me acompañaste en las noches que no podía dormir, ahí comíamos las regalices que escondías en la cocina, es dónde nos sentamos para nuestras sesiones de cine, te vi llorar a veces cuando creías que no te miraba, es el sitio dónde a veces te entrenas para dormir. No puedes cambiar ese sofá ,tiene demasiada vida y demasiadas historias en él. Y además no te olvides, es mágico, mamá".
Añadiría más, la mágia que ven mis hijos en él me ayudó a no volverme loca durante la enfermedad de mi hijo, a buscar e investigar qué es lo que le estaba ocurriendo, me acurrucaba entre sus cojines cuando ya no podía más o cuando creía que había llegado al final, y siempre había una idea nueva que hacía que me volviera a levantar y continuara la búsqueda. He visto a mis dos hijos tumbados en él, los dos juntos cuando uno estaba mal, y tapados por la manta mágica que curaba los dolores, bajaba la fiebre, quitaba las náuseas o atrapaba aquellos miedos que no los dejaban dormir y los lanzaban fuera de su alcance.Lógicamente he rectificado, les he dicho que no puedo cambiar parte de su historia, que el sofá se quedará con nosotros hasta que ya no pueda acumular más historias, hasta que este repleto y se venga abajo por tanto recuerdo. Y cuando eso pase, cargaremos todas las historias en las mantas mágicas y las sacudiremos en el sofá nuevo que nos compraremos, un poco más grande si cabe, pero será de nuevo "el sofá verde". Y mágico. 
Buena noche.