martes, 25 de agosto de 2020

SU VIDA I

Ella nació al final del invierno, cuando el sol calentaba en el momento en el que se le antojaba, en una ciudad donde lo más grande que se podía encontrar era su nombre. Ella diría que tuvo una infancia extraña, con abuelos lejanos y breves, pero con muchos hermanos con los que "luchaba" cada día por intentar defender su sagrado territorio en aquel "fuerte apache" en el que se había convertido su casa. Sus padres eran cada uno de su madre, mamá jovial, simpática, con ese atractivo que se reparte entre lo físico y lo psicológico, casi intrigante. Su padre sombrío, sin electricidad suficiente para que aquella relación tuviera chispa, ni la triste luz de una luciérnaga. Aún no entiendo por qué no salió huyendo.
Su adolescencia fue una verdadera revolución: su forma de vestir era lo contrario de lo que le aconsejaba su madre, quizás quisiera expresar con ello que no estaba de acuerdo con las normas filiares de la época, o quizás no, sólo quisiera hacerse escuchar en un casa dónde no dejaban de gritar niños de todas las edades. Su lenguaje era entre educado y totalmente desbocado, combinándolo de tal forma que su madre aceptaba aquellas palabras malsonantes que soltaba en la revolución hormonal. Era estudiosa, pero rebelde para el latín, la historia, el gallego,.., su interés se centraba en el arte, en el dibujo, en la escritura. Tenía una vieja máquina de escribir de marca Olivetti, verde musgo, con alguna tecla ladeada por su primer propietario. Le gustaba meterse en el dormitorio y escribir sobre amores, tristezas, amigos,..., pero sobre todo, escribía sobre cómo era y cómo se sentía, tantas veces incomprendida, así se sentía ella. Sus padres la creían indomable, más ellos no sabían que estaba envuelta en una dura coraza que escondía mucha inseguridad. A veces, cuando sus padres salían por la noche, se sentaba en el balcón con su cajetilla de cigarros Lola y fumaba uno tras otro hasta que veía aparecer su coche por la fuente del final de la calle. Entonces, corría al baño, se lavaba los dientes con prontitud y saltaba a la cama para hacerse la dormida en cuanto su madre asomara la cabeza por la puerta de la habitación para comprobar que todo estaba en orden. En ese momento, ella pensaba: "ya estamos todos, ya es hora de dormir". Los años fueron pasando y le llegó el momento de decidir que iba a estudiar, que quería ser en la vida, qué profesión ingresaría unas perrillas en su anémica cartilla donde sólo reposaban unas cuantas pesetas ganadas en un bar de verano. Y eligió una de esas carreras dónde había plazas porque era literalmente "lo más aburrido que había estudiado en su vida". Lo único divertido que le pasó en aquella facultad, fue una sesión de hipnotismo en una clase donde todos "flipaban" y ella los miraba con cara de "estáis para encerraros y tirar la llave". También tuvo novietes en esta época de libertad estudiantil, algunos aburridos como viejas de misa, y otros, concretamente uno de ellos lo definió siempre como "el error más bonito y la persona con la que le gustaría volver a bañarse desnuda en una fría tarde de invierno". Conste que estaba como una cabra, pero ellos tenían una bonita locura compartida. Creo que si existe el gran amor en la vida de alguien, él lo fue para ella. Pero ella metió la pata, y a pesar de ser sincera, él la despidió un día de lluvia. Sé que ella aún lo añora y lo hará hasta que su vida se apague, hasta que pase el "hasta aquí he llegado".
Y entonces la vida le dio un hachazo, y uno de sus hermanos, aquel con el que tenía más conexión, se fue para no volver más. Podría deciros que ella no volvió a ser la misma jamás, que en esa familia nada volvió a ser como antes. Era como si les hubieran echado una ácido por encima y que cada uno de ellos se lo hubiera quitado como buenamente pudo, Pero ella no llegó nunca a limpiárselo del todo, de hecho, aún guarda en una caja la pulsera con el indalo que llevaba puesto su hermano el domingo que se marchó, y me consta que a veces tiene la necesidad de asomarse a esa caja y tocarlo, como si aquel trozo de metal aún retuviera algo de él.
Y la vida siguió porque tenía que ser así, y abandonó sus estudios para tomarse un año sabático, en el que se pasó todo el tiempo lidiando con el dolor de estómago y la tristeza. Hasta que un día decidió estudiar, estudiar y seguir estudiando hasta convertirse en lo que ella quería ser y nunca había sospechado.
Y no lo hizo sola, encontró una amiga y se adoptaron mutuamente, así de loca fue la vida. Fueron amigas, hermanas, confidentes, viajaron, soñaron, imaginaron; hasta un maldito día en el que un túnel no la dejó salir y allí se quedó, fría, mojada e inmóvil. Ella había perdido a su madre el mismo día del mismo mes dos años antes, era como si el destino quisiera reírse en sus narices constantemente. Recuerdo que la lloró durante mucho tiempo, me consta que nunca la olvidó, sé que cada año se reúne con su familia, que es lo único que le queda de ella. Bueno, miento, sé que guarda una cadena suya con unos colgantes, un anillo y unos pendientes en una caja de terciopelo azul. Sé que cuando la echa de menos se asoma a su tesoro y lo acaricia. Sé que muchas veces vive de recuerdos...
Pero también fue felíz, me consta, y se casó con un buen tipo y tuvo dos hermosos hijos. Pero eso os lo contaré en la siguiente entrada, los recuerdos abruman. Buena noche.