lunes, 16 de noviembre de 2020

PENSAMIENTOS CONSENTIDOS

 Hoy me he levantado con la sensación de no ser creyente y le he dado gracias a Dios.

Mientras bebía de la copa de vino, miré a los ojos de cada una de ellas. Me preguntaron como estaba, no muy bien les dije, pero sin llegar a pronunciar el final de las palabras, prefería susurrarles.

 Me cuidaron y me hicieron creer que estaba viva. Hacía mucho tiempo que no me sentía así, verdaderamente intensa. Y cuando esto acabe, llevadme al mar, dónde quiero descansar.

Siempre creo que mis amigas son el ibuprofeno de mis peores dolores. Así las siento y así las quiero.

Me echó 38 años, bendita inocencia, tras unas gafas de sol y una mascarilla que ocultaba tristeza. Me di cuenta que había confinado el miedo tras la mirada. Lo había conseguido.

Hay personas en mi vida que son como piezas de un puzzle, si pierdo a una de ellas, no podré cerrar mi ciclo.

Necesito a mi hermana en mis intentos, su mirada asustada me da fuerza, Tengo que luchar por vivir para poder curarla.

No tengo tiempo para perder ni para esperar, Puedes hacer lo que quieras con el tuyo, pero no tienes derecho a desperdiciar el mío. Valiente vida la tuya, diablo.

Quizás tu mañana sea mi hoy. Soy ahora, aquí y en este momento.

Alguien que no me conoce me dijo: " yo sí te quiero". No sé como ha podido regalarme un sentimiento así, tan todo. Ha sido como una caricia inesperada. Me ha hecho creer que quizás es necesario aprender a sentir de nuevo. Y tú también.

Puedo seguir caminando, quizás tropiece con piedras inesperadas y no merecidas, quizás tuerza mis tobillos y sienta dolor. Puedo mirar hacia atrás y pararme, o seguir caminando hacia nuevos momentos, prefiero pensar que caminaré hacia lugares buenos, o quizás menos malos. Me llega, es motivo suficiente para no dejar de intentarlo.

Os quiero a todos los que no me dejáis sola, a los que sabéis en que parte del camino pierdo el equilibrio, a los que os he hecho creer que no os veo de reojo mientas vigiláis mis pasos, mi sonrisa, mi mirada, mis manos, mi vida... Y sin saberlo, era yo quién os cuidaba.

Sí, claro que tengo miedo, me falta una arteria y el apéndice, no el cerebro.

Y allá, cerca del reloj de madera, tenía un mar metido en un bote. Realmente siempre lo tenía cerca, sin acantilado, pero en cada rincón de mi casa.

... y no me eches tanto de menos, estuve siempre ahí. No quiero encontrarte cuando te busque. No te lo mereces...

Me muero por contarte que todo saldrá bien. Te quiero, te lo juro, por eso te lo digo mientras me alejo para no volver. Nunca.

Siempre quise explicarte que las mujeres dirigimos muchas cosas, pero para eso tendrías que imaginarlas, y la verdad, no te imagino...

¿Y yo qué gano con eso?. No te puedo contestar, quizás no ganes nada, o quizás sí, todo depende del tiempo que tardes en darte cuenta de todo lo que perdiste aquel día...

Echo de menos perder el control, reírme hasta llorar, caminar descalza, bailar en otoño. Quizás no es eso, o quizás no deba decírtelo.

Quiero que la emoción forme parte de mi vida, aunque trague mares de lágrimas, no llegaré nunca a ahogarme. Y si en algún momento te lo parece, no te asustes, sé nadar en mares que no podrías imaginar jamás.

Que lo único que nos tumbe a los dos sea el amor o la muerte.

A ver si me entiendes: no tienes que hacerlo por mí, tienes que hacerlo conmigo.