miércoles, 24 de junio de 2015

SU CHICA

Alguien me habló de ella, sin nombres, no trato de personificar, no es necesario, sólo quiero hablar de ellos por lo que transmiten, por la sensación que producen en mí. Ella, en esa edad en la que empieza a acallar miedos, en la que la boca sonríe mientras sus ojos delatan una lucha que no captan los sentidos de una madre inapetente de sentimientos. Ojos castaños, tremendamente transparentes, con una expresión difícil de adivinar para unos, y facilmente "permeables" por otros. Su postura coqueta, conjuntada, arrimada, o más bien apoyada en "su amigo", su referente en esta guerra. Su padre con ella a muerte, no la abandona, ella lo sabe. De boca callada, cauta en palabras, acostumbrada a asentir con la cabeza, es más fácil, ella decide su expresión, tan lícita como cualquiera. Respetable ante todo. Su pelo agarrado, signo de contención, de no tener ganas de soltarse a todos los niveles, todo comedido acorde con la situación. Seguramente su voz será de tono bajo, su mirada al suelo, su postura tensa, su pensamiento silencioso. No tiene edad para todo esto, no encuentro justificación ni quiero culpar al azar, y lo hago por ella, porque soy de ese tipo de personas que se enfada con los "sorteos injustos" y esto, a todas luces, lo era. Linda, de hermosa mirada,una de las sonrisas que más hablan tan callando, su pelo "revueltamente" peinado, su piel curtida de tanta prueba, su párpados cargados de un"basta ya". Mi deseo, solo para tí, todo lo bueno, toda la esperanza, toda la suerte y ojalá esta puñetera vida te deje en paz, sólo eres una niña, no te mereces esto. Pero todo esto pasará princesa, estoy segura.
Esta historia es de dos, la otra parte es una persona mágica. Profesional de "zapatillas y caricias", de ese tipo en extinción. Es valiente, mira a los ojos, traspasa la capa cornea de la vida y llega directamente al interior, a ese que escondemos por propia protección. Se sienta con el miedo, acaricia con sus palabras, usa a la perfección ese tono cargado de una suavidad extrema, relaja con su mirada. Ella tiene mucha suerte, él es su apoyo en aquel espacio de lucha, ella es "su chica", él su tabla a la que agarrarse, la luz en su tunel, su "ojalá" de cada mes más. Una relación dual de necesidad recíproca, una dependencia  bidireccional, no reconocida seguramente, pero no dudo, y sé que no me equivoco al decir que los dos comparten mil palabras no dichas, silencios complices y miradas que sólo ellos comprenden.
Los admiro a los dos, casi los envidio, no por la causa, maldita toda ella, si por su complicidad, tan necesaria, tan reconfortante. Grandes, ambos. 
Marta se llama ella, Juan se llamaba él. Ella era su paciente, él era su médico. Ella vive sana, él ya no está. Yo la recordaré toda la vida con mucha ternura, a él lo echaré de menos toda mi vida. Buena noche.

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