domingo, 27 de septiembre de 2015

OTRO DIA

El día ya prometía ser raro desde la noche. Me faltaba algo, una sensación de distancia real, un echar de menos sin espacio, un pero qué me pasa, una sensación de vacío completo. Madrugué antes de que el sol saliera, compartí nieblas y luna, me fuí acostumbrando al paso de las horas, me centré en mi trabajo y allí fué donde aquella persona me pidió la mano para apretarla mientras me juraba que estaba harto de luchar. Me habló de sus tres princesas, de su cansada esposa y de su hija, aquella de la que me juró amar con todas sus fuerzas. ¿Vamos a quemar el último cartucho?, ¿quieres hacerlo por ellas?. Ël estaba muy cansado, se le notaba en su voz y en su mano, en sus palabras entrecortadas por el llanto más de niño que de adulto, y sobre todo, en su mirada. Me contó su historia mientras agarraba suavemente mi mano, una mano desconocida para él tan sólo cinco minutos antes. Vi como sus lágrimas caían por aquella cara cansada, como sus ojos se entristecían con el paso de los segundos. ¿Intentamos hacerlo por ellas?, le repetí intentando centrar su atención en sus tres deseos. "Lo intentaremos", me dijo con la voz entrecortada, me has convencido. Salí del box con un nuevo aliento de vida, lo intentará, me gustó su valentía.
Me llamaron para decirme que esta noche disfrutaríamos de la música, esa que me tranquiliza y la que hace que mis pies se muevan de forma involuntaria, esa que me provoca deliciosos momentos de olvido, que hace que mis miedos desaparezcan. Disfruté de su compañía, todos teníamos cosas que olvidar,
Se acercó por mi espalda y me dijo "podremos con esta semana, que no te quepa la menor duda". Abrazarla fué mi contestación.
Sé que estoy rodeada de cariño, de "te quieros" dulces, de caricias suaves y de abrazos reconfortantes. No se puede pedir más. Buena noche.

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