martes, 24 de mayo de 2022

BIEN

 "¿Cómo estás?. Bien". Otra vez la misma respuesta manida ocultando todo lo posible detrás de esa palabra. Bien para decirte que no puedo más, bien para contarte que me duele el corazón cada día cuando pienso en él, bien cuando miro hacia el suelo para que no vean mis ojos, bien para cambiar rápidamente de conversación, bien para que no descubran que lloro todas las noches porque ya no está, bien cuándo ni tan siquiera soy capaz de ver una película que le gustaba, bien cuando veo llover y recuerdo cómo le encantaba ese sonido, bien cuando pienso en el qué, el cómo, el por qué él y no yo ...

Y si los encuentro al día siguiente seguiré con la misma retahíla de "bienes". Y lo intento cada día, intento abrir la ventana que deje entrar aire nuevo en mi vida, que limpie este desasosiego que vuelve gris la sonrisa que tanto te gustaba, la carcajada contagiosa a la que llamabas "tu mejor melodía". No es depresión, es tristeza, añoro, una falsa ilusión por volver a encontrarte, una búsqueda irreal de tus gestos, tu rostro, tú voz, tú en cada persona con la que me cruzo. Y me doy cuenta de lo absurdo de este sentir, lo imposible de mis deseos, sé que tú no volverás, ya te fuiste de esta vida y debería de sentirme privilegiada por haberte vivido, por haber bailado descalza contigo en lugares increíbles, por haber sentido tus interminables abrazos, por haber podido mirarnos a los ojos y decirnos muchas cosas bonitas en momentos imposibles, por contarnos aquellos pensamientos en alto sin pudor, sin censuras, sin miedos...

Bien como palabra comodín, aunque tampoco podría contarles nuestra verdad porque a nadie le importa, nadie quiere que hable de tí y de lo que me duele tu ausencia. Es más fácil no preguntar, no dejarme mirar hacia atrás aunque siga estática en este mismo momento desde hace meses. Es más fácil ocultar lo que siento: "de lo que no se habla, no existe". O eso creen ellos...

Bien, a pesar del intento por recordar nuestro último abrazo, ese del que no me hubiera separado jamás, ese en el que te hubiera entregado tiempo de mi vida, te hubiese acariciado el pelo, tus labios, tus manos, ese momento en el que me moriría si supiera que iba a ser el de la despedida, el último momento de nuestro estar...

Es tristeza, que no se confunda, es mi falta, mi ahogo en silencio, los momentos que me resisto a convertir en recuerdos, la negación consciente de un final injusto, mi soledad sin tí, mi no quiero más sin tí...

Quizás hoy sea el día en el que deba dejar de decile a la gente que estoy bien y comenzar a decir: "lo estoy intentando y lo conseguiré. Siéntate conmigo y deja que te cuente cuánto me duele, déjame enseñarte mi herida, deja que llore, que grite, que eche fuera la pena, que ordene mis recuerdos, que me libere de este peso. Ayúdame a pasar este terrible duelo en tu compañía, no me calles, no me digas frases típicas, simplemente cállate y escucha. Esa es la única manera en la que me podrás ayudar, y así podré "curarme" y volver a ser yo, pero sin volver a ser la misma. 

Buena noche.

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