lunes, 8 de diciembre de 2014

NAVIDAD, DULCE NAVIDAD

Reconozco que no me gusta la navidad. No sé, quizás lo que me cansa es lo larga que se me hace, demasiado larga sí. Odio el panatone, no porque lo haya probado alguna vez, pero esas torres en los supermercados me marean. Cuando mis hijos eran niños, temía que la torre del dichoso postre cayera sobre ellos y los convirtiera en un "muffi de niño". Y los árboles con sus luces en octubre me provocan, me entra la vena pirómana, no sé, un deseo de plantarles fuego. Recorrer los pasillos del supermercado, dar la vuelta a la estantería de las galletas y saltarte los turrones a los ojos...no puedo, estamos en septiembre, Y la gente comprando esos polvorones intragables, esos mazapanes con formas extrañas, los dátiles, las pasas de corinto, el vino dulce...apuf. Carreras para colocar los adornos los primeros del mundo, niños con cuernos de arce por la calle, el papá noel haciendo globos en la plaza, las luces y la música, falta la música, esas canciones navideñas que te llevan a desear que los puñeteros peces que beben en el río se ahoguen de una vez...Y las cenas de empresa, esas cenas en las que te reúnes con todas aquellas personas de tu trabajo con las que jamás compartirías ni un café, pero que ese día te desean toda la felicidad posible, tras esos abrazos de brazos flojos y esos besos de moflete a moflete totalmente asépticos. Y te gastas tu paga extra y parte de la ordinaria en los regalos, alguno de ellos para miembros de tu familia a los que sólo ves esa navidad sentado en tu mesa, que a penas reconoces, a los que te quedas mirando fijamente intentando saber de qué familia vienen siendo. Pero eso sí, tienen un detallito de tu parte todos los años.
Y los sms, los whatsapp, los correos el día 24, el teléfono tintineando todo el día, deseándote, sí deseándote en esas fechas, deseándote feliz navidad, feliz año, felices fiestas, felicidad que rezuma por los poros, ainssss, es demasiado.
Y después aún quedan los Reyes, con lo poco monárquica que soy, tiendas abarrotadas de gente que regala cajas sin molestarse en mirar lo que hay dentro, pero cada caja con su nombre: Maruchi, Pituca, Churrusca..., coño, falta la caja de Jennifer....
La navidad, esa época de amor, paz, villancicos, árboles y estrellas, no me gusta. Sería navidad si todo el mundo pudiera disfrutarla, si todas las personas tuvieran una cena digna en nochebuena, si no hubiera gente durmiendo en las calles ni niños sin regalos, si tuviéramos el espíritu necesario para compartir, si este puñetero gobierno ayudara a todas esas familias que agonizan, si todo el dinero robado por los chorizos de este país fuese devuelto y reinvertido en causas sociales, pero eso no es la realidad, no lo es.
No me gusta la navidad, no me gusta el sentimiento que me provoca. Ojalá fuese real su magia, pero la magia no es real...buena noche.

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