domingo, 28 de diciembre de 2014

NOCHEVIEJA

Se está acabando otro año, bueno, por ahí se va. Qué poco emotiva soy con los finales de año. A las personas les entra en estas fechas un deseo horroroso de abrazar y desear. Desean de todo: que el actual año acabe, que el otro más felíz empiece, comprarse un modelo negro con brillo para la noche, brindar con champán y oro, ponerse el horroroso gorro y soplar el matasuegras tradicional, me espeluzna. Se juntan familias, no me negaréis que SIEMPRE hay en cada familia un gracioso pedante que te hace replantearte el año que viene en familia, y juras por lo bajini que la próxima nochevieja te vas de crucero al Miño, el Nilo está imposible.
Si sales antes de la cena de nochevieja a tomarte un vino, es imposible evitar el besuqueo de la gente que no saludas en todo el año, pero que esa noche son como un imán. Atraviesan la calle a una velocidad vertiginosa para espetarte un par de besos enológicos plagados de buenos deseos para lo que está por venir. Siempre puedes recurrir a ese socorrido: ¡¡¡¡¡¡ Altoooo, stopppp, paraaaaa. Tengo ébola!!!!!!. Ni se inmutan, te besan igualmente. Me espeluzna.
Con un vino encima, las babas en las mejillas y tu traje negro brillante llegas a "la cena de las cenas" familiares. Holaaaaa, ya estamos aquiiií, empieza la fiesta. Ahí, en frente a tu cuñado, afuuuú. Te ve, sonríe, se acerca peligrosamente, extiende sus brazos, abre la boca para desearte unas felices fiestas y tú, giras rápidamente para entrar como una exalación en la cocina donde tu suegra se entrega en cuerpo y alma a las delicias culinarias. Pero cuidado, allí está tu cuñada que chirría tu nombre moviendo los brazos como aspas de molino. Rápido, plan B, otro doble giro con tirabuzón para encaminarte hacia el salón a dejar el abrigo y el bolso. Este tramo es mejor hacerlo mirando hacia el suelo, para no comerte el árbol de navidad y los graciosos renos que tu sobrina ha puesto debajo del árbol para que te esnafres como el año pasado.
A la mesaaaa...otra carrera, no soportaría sentarme al lado del tío pachuli, ese que te agarra la mano, al miras y con asombro ves como los bigotes de las gambas salen por la comisura de si boca mientras mastica las cabezas del crustáceo. Y el que te toca enfrente, que cada vez que se ríe, dispara perdigones de comida masticada mientras te quedas paralizada para que no se de cuenta que te ha escupido vente o treinta veces en la última media hora. "Holaaaaa tíaaaaaa...", sonríes, tienes que sonreír, es un niño, es inocente, pero tiene madre, aquella que no tragas desde nunca y se acerca el muy alma cándida y...puaggg, te tose en toda la cara, para que veas que malito está, mientras la madre sonríe al hijo y su expresividad.
A estas alturas, dudas entre desear que acabe la cena, o que acabe el año, o que acabe el mundo, ya todo da igual...
De pronto, alguien cual conejo de Alicia empieza a decir: ¡¡¡¡No nos da tiempo, no nos da tiempo, rápido, engullir la cena que van a dar las campanadas!!!!. Te quitan el plato de delante mientras te obligan a tragar el langostino con cabeza y cáscara, todo para dentro, que es calcio, dice la víbora escupidora que tienes enfrente, el niño te vuelve a toser y su madre se ríe como un violín chirriante. Coges la servilleta, ese trozo de tela que tiene dueño, pero que todos despistan y acaban limpiándose las uñas con la tuya, y te deslizan un plato con uvas tan grandes como melones. Ese pensamiento recalcitrante de todos los años: ¡¡¡¡Si piensan que este año voy a broncoaspirar van de lado, me haré un Heimlich a mí misma!!!!. Los cuartos, las campanadas...una, otra, otra y otra, hasta doce, y tú con seis uvas en el plato. Se abre el champán, y mientras aún tienes la sexta uva enclavada en el esófago, te obligan a beber un sorbo del líquido elemento y ahí, justo en ese momento es dónde se produce la química de la navidad: la uva baja por gravedad y las burbujas que ya han llegado al estómago vienen de vuelta, tienes que besuquear a tu familia, la uva se atasca , el gas quiere salir y de pronto...le das el beso a tu cuñado con una náusea, él se piensa que es de asco cuando realmente es pura supervivencia, por no morir ahogada en esta bonita noche familiar...
Ya la he liado, ya no me desean felíz año, me miran con esa cara de mapache de todos los años, ¡¡¡afuuuú, quiero irme!!!.
Este año estoy de guardia, como todos los años, para evitar esta magia de la noche de fin de año que tanto me gusta y apetece. Buena noche.

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