sábado, 25 de febrero de 2017

PELUQUERIA II

Ayer me levanté como cada mañana esquivando peligrosamente los marcos de las puertas, encendí la luz del baño y entonces vi un reflejo en el espejo que no me gustó nada. Pasé los dedos por aquellas profundas ojeras, intenté recolocar un flequillo indescriptible... !!!alto, esta no puedo ser yo!!!. Corrí como una posesa hacia el teléfono y llamé a MI peluquería.
Esta mañana me levanté temprano, desayuné y fui a mi refugio, la peluquería de MI Cris. Me recibió una chica desconocida, reconozco que no me gusta que alguien que no me conoce de nada me trate como si tuviera mi misma sangre: "hola, Julia, qué tal te va". Primera reflexión mientras me quitaba el abrigo: ¿que qué tal me va, de qué?, ¿qué sabes de mi vida?, ¿quién vienes siendo?, ¿no me tocarás tú la cabeza, no?.
Me sentó en un sillón distinto, no era MI sillón, pero por qué me desubicas, si yo siempre me siento en el mismo sitioooo... Cojo aire, le haré caso, no puedo ser así de puntillosa, o sí, no sé...
Me siento como una reina destronada, dejo que coloque la toalla y el protector sobre mis hombros. Se va, y yo espero a mi Cris, que está acabando de peinar a otra clienta. De pronto se acerca "la nueva" por mi espalda arrastrando un carro lleno de pinceles y botes de colorante, al grito de "qué quieres que te hagaaaa". Giré mi silla a la velocidad de la luz y la frené en seco: "NADA, quiero que me atienda mi Cris". Así como llegó, salió espantada conduciendo de forma  peligrosa aquel carro lleno de instrumentos del demonio.
En cinco minutos llegó MI peluquera, la única peluquera a la que le permito que me toque la cabeza después de todas las barrabasadas que me han ocurrido en otras ocasiones. Me puso la mano en el hombro como intentando relajar aquel cuerpo tenso. ¿Hacemos lo de siempre?. Sí, sólo le dije sí y ella entendió todo lo que yo quería hacerme. Es que MI Cris me conoce  hasta sin hablar...
Allá se fue a mezclar sus cremas y sus colores, volvió a mi lado y comenzó su trabajo. En veinte minutos tenía mi pelo repleto de papel de aluminio, su pincel había coloreado mi pelo con su ternura habitual, y con la voz muy baja me dijo: ahora, Julia, esperaremos un rato. Levanté la vista y me miré en el espejo, girando mi cuello hacia los dos lados, y pensé: ni el mismísimo Rey León tendría este aspecto, que horror. Para no ver aquella imagen tan cómica, cogí una revista de la canasta. Estaba  ensimismada con la revista de cotilleo cuando una voz chirriante hizo que mi revista se cerrara de golpe. Levanté la vista y todo mi espejo quedó ocupado por una enorme mujer llena de mechas rubias hasta en el bigote. Sentí como cada vértebra de mi columna se fusionaba contra el respaldo de mi NO sillón. Con un grito agudo comunicó a toda la peluquería, a todo el vecindario, a todo la comarca del Salnés, que sólo venía a darse un retoque. Reconozco que quedé aliviada, sólo serían unos minutos.Y así fue, mientras "la retocaban" sólo tuvo tiempo de hablar de que una conocida, que se había palpado un bulto en la ingle, la habían diagnosticado de un linfoma, que no era un tumor ni como una leucemia, que era malo pero tampoco tanto, porque tenía un grado II, que sería peor un IV, pero que con un par de pinceladas de quimio, todo iría perfecto. Además, le había hecho una PER (creo que se refería a un PET), allí en el hospital de Vigo, una prueba de esas en los que te hinchan de agua el día anterior y que no te dejan comer azúcar, porque cuando te la hacen, te meten azúcar porque las células malas se la tragan toda...Así siguió contando cosas durante su retoque. por cierto, su madre jamás le llamó guapa, ni a ella ni a sus hermanas, decía que eran normalitas y por esa razón ella a su nieto le llamaba precioso, para no ser como su madre...En fin, así acabó, se levantó y gritó a los cuatro vientos que se veía monísima con su retoque. Juro que levanté la vista para mirar aquella obra de arte y pensé: dios santo, está exactamente igual que cuando entró, pero con veinte litros menos de saliva...
Esbocé una sonrisa y la despedí mentalmente. Mi Cris pasó a buscarme para llevarme a la zona de lavado, por fín. Me recosté en el sillón, elevó mis piernas y empezó a retirarme todo aquel papel de aluminio que me protegió de las malas ondas de la del chillido. Empezó a mojarme el pelo con agua caliente, a una temperatura perfecta, eso me relajó. Dejé mi mente en blanco, estaba en la gloria hasta que oí una vocecita de niña preguntar al aire: ¿qué te vas a hacer?. Pensé: vaya, una niña perdida que me confunde con su madre. Cómo se daría cuenta de que yo no era aquella persona a la que buscaba, ni le contesté. En tres segundos me dió un golpe en el brazo y volvió a repetir la misma pregunta. Abrí los ojos, no, abrí las cuencas de los ojos, giré la cabeza y le dije entre dientes: "voy a cortarme el pelo al cero". Creí que mi contestación la haría huir horrorizada, pero no, aquella niña tenía cara de sádica y decidió seguir allí sentada. "¿Te llamas Julia, no?. Me hice la dormida mientras la peluquera le decía: sí, se llama Julia,pero  déjala dormir que es enfermera y esta noche trabajó y está cansada. Maldita la hora a la que MI Cris le dió tal dato. Tras esa información llegaron las mil preguntas: que cómo se llamaba la primera persona que atendí aquella noche, que en qué hospital trabajaba, que cuántos años hacía que era enfermera, que...!!!ALTOOOOO!!!!, me senté en el sillón y le dije: ¿Tú no tienes madre o qué?.
Creí haber espantado a esta criatura de la KGB , juro que lo pensé, pero no fue así. A esta niña le atraía la tortura psicológica, estoy segura. Me levanté después de no dejarme disfrutar de mi merecido masaje capilar y me volví a sentar en mi NO sillón. Como un alma en pena la vi reflejada en el espejo, estaba detrás de mí, como si de un fantasma se tratara. Me miraba sonriendo,  tenía un aire macabro, afú, pero qué pelma.
A la velocidad del rayo, cogí una revista del cesto y la arrojé al sillón libre que tenía al lado, marcando mi territorio y suspiré con la seguridad de que aquella hija del mismísimo santanás no se me acercaría más. Mal pensado, la niña aprovechó que MI peluquera tenía las tijeras en la mano y me recortaba el flequillo, para coger la revista y sentarse sonriendo a mí lado. No tardó ni un segundo en abrir aquella boca llena de dientes de leche: "¿tienes hijos, te gusta tu trabajo, eres de Villagarcía, te gusta esta peluquería,por qué no me hablas, eres muda, o sorda...?. Le agarré la mano a MI Cris y le dije: !espera!. Me giré hacia la muñeca diabólica y le dije con una sonrisa forzada: mira guapita, soy enfermera, y en mi trabajo me dedico a pinchar a los niños con agujas gordas en los brazos y a coser las heridas como la que se va a hacer tu hermano pequeño en los dedos como nadie le quite la cuchilla con la que está jugando mientras tu madre está atontada leyendo una revista de cotilleo.
Benditas palabras. La madre levantó la vista , me miró con cara de malas pulgas, llamó a aquel gnomo puñetero y conseguí mi libertad.
Dos minutos después salí de aquella habitación del terror y me fui a la calle. Cogí aire, sonreí y me volví a mi mundo.
Buena noche.